En los últimos tiempos Intel se había hecho todopoderosa (también) en el mercado de chipsets para placas base, aprovechando tanto su capacidad de producción como sus innegables méritos tecnológicos... y, por supuesto, su perfecto conocimiento de los microprocesadores que ella misma fabrica. El mejor exponente de este poderío ha sido el excelente chipset 440BX.

Sin embargo, el último año ha sido una auténtica pesadilla para Intel en este segmento, debido sin duda a:

1. la elección de la carísima memoria Rambus para su chipset "estrella", el 820;
   
   
2. al pésimo rendimiento del 820 con memoria SDRAM (PC100/PC133);
   
   
3. a los problemas de funcionamiento del 820 con dicha memoria SDRAM;
   
   
4. a los problemas y retrasos del "profesional" y caro 840;
   
   
5. a la falta de soporte AGP en los chipsets "de consumo" 810 y 810E.

En principio, podríamos definir a los 815/815E como unos "810/810E optimizados y con AGP"; al igual que los 810, los 815 incorporan una controladora gráfica integrada, derivada del ya antiguo chip gráfico Intel 740 y prácticamente la misma en ambas familias de chipsets.

Sin embargo, y al contrario que en los 810, los 815 soportan ranuras AGP; es decir, que si el rendimiento de la controladora integrada no nos satisface, podemos conectar una tarjeta gráfica AGP (una TNT2, una GeForce, una ATI Rage Fury 128 MAXX...) y disfrutar de un rendimiento mucho mayor... pero ya hablaremos más sobre esto luego.

Por otro lado, se incluye soporte de memoria SDRAM PC133 y, en el modelo 815E, de otras mejoras; consulte la siguiente tabla (cortesía de Intel) para los detalles: