¿Qué ha cambiado?
En la nueva remesa de Pentium III se han introducido,
fundamentalmente, cuatro novedades:
Sin embargo, no se ha aplicado a ningún nuevo micro los
cuatro cambios a la vez, sino que nos encontramos con micros Slot1 con
bus de 133 MHz pero caché a la antigua, micros con caché
moderna pero bus de 100 MHz, micros PGA370 pero con bus a 100 MHz...
la clasificación es una auténtica locura que trataremos más
adelante en un apartado específico.
Ahora vamos a centrarnos en qué aporta cada uno de los
cambios:
Tecnología de fabricación de 0,18 micras
Este factor es de suma importancia, y uno de los más difíciles
de llevar a cabo ya que implica un avance tecnológico muy
importante. Hasta la fecha, los microprocesadores se fabricaban
con un proceso de 0,25 micras (es decir, que las partes más
pequeñas del micro medían 0,25 micras); el proceso de 0,18
micras equivaldría a 600 veces menos que el grosor de un
cabello humano.
Al emplear esta tecnología conseguimos:
- reducir el tamaño del chip, pudiendo incorporar muchos más
transistores en el mismo espacio (28 millones de
transistores en sólo 105 mm2);
- reducir el consumo y el calor generado,
algo de vital importancia en ordenadores portátiles y
beneficioso en los de sobremesa (ventiladores más pequeños,
por ej.);
- alcanzar velocidades más altas, por encima de 600 Mhz.
El proceso de 0,25 micras en los Pentium III había llegado a
su límite práctico con el Pentium III a 600 MHz, que incluso
sin overclocking necesitaba un voltaje de 2,05V en lugar
de los 2,00V normales para trabajar de manera estable:
256 KB de caché L2 integrada, a la misma velocidad
que el micro
Si el factor anterior era el que hacía posible fabricar los
micros, éste puede adjudicarse casi todo el mérito del aumento
de rendimiento. La idea de incluir la caché secundaria o L2 en
el propio encapsulado del micro no es nueva, hace ya más de un año
que apareció el Celeron con caché o Mendocino, con 128
KB de caché L2 integrada a la misma velocidad que el micro que
le hacen prácticamente igual de rápido que un Pentium II (e
incluso que un Pentium III en muchas aplicaciones).
La novedad radica, aparte de en emplear 256 KB en vez de 128,
en que Intel ha utilizado un bus para la caché L2 de 256
bits de ancho, 4 veces más ancho que el utilizado en
los Pentium II y en los anteriores Pentium III. Este nuevo tipo
de caché (que Intel llama "Advanced Transfer Cache"),
de gran velocidad y gran ancho de banda, beneficia a muchas
aplicaciones, especialmente las "profesionales" (CAD,
tratamiento de imagen, Windows NT) y es la mejor baza del Pentium
III Coppermine.
Velocidad de bus de 133 MHz
El aumento del bus desde 100 hasta 133 Mhz, si bien es todo un 33% más (no explicamos las matemáticas necesarias para este cálculo por su complejidad), no implica un aumento muy grande del rendimiento real, especialmente si lo comparamos con el aumento que genera el nuevo diseño de la caché; además, cualquier microprocesador con una caché rápida no depende mucho de la velocidad del bus, como demuestra el rápido Celeron con sus "escasos" 66 Mhz.
De todas formas, en algunas aplicaciones muy técnicas que requieren anchos de banda grande, como los servidores o aplicaciones con cálculos intensivos, puede ser beneficioso; pero lo sería más con un tipo de memoria de mayor ancho de banda que la PC100, algo que como veremos no es tan sencillo de conseguir.
Conector tipo zócalo FC-PGA370
Si tenemos un micro con la caché L2 integrada en el mismo encapsulado que el núcleo, y además su tamaño es muy pequeño gracias al proceso de 0,18 micras, ¿qué ventajas tiene instalarlo en un cartucho? Absolutamente ninguna.
Intel ha decidido que lo más lógico (y lo más barato) es abandonar el formato en Slot1 tipo ranura que empezó a utilizar con el Pentium II y volver al clásico formato en zócalo, formato que muchos opinamos que abandonó principalmente porque el Slot1 no puede utilizarse sin licencia... una licencia que nunca dio a AMD. Este abandono se hará paulatinamente, pero se puede afirmar que en menos de un año ya no se fabricarán micros para Slot1.